lunes, 25 de agosto de 2014

Mi preparación para el parto

Hola mamis, les voy a contar sobre cómo me preparé para tener a mi Matias y las cosas que me ayudaron a estar tranquila para recibir a mi bebé.





Apenas supe que estaba embarazada busqué un gineco obstetra que me gustara para llevar todo mi embarazo con el o ella. Me imagino que toda mujer busca a alguien que le de confianza, seguridad y que se esté tranquila para sentirse libre de hacer miles de preguntas (las tontas y las no tan tontas). Y eso es básico, buscar al doctor ideal. Si empiezas por ahí, te va a ir bien.


 La primera a la que acudí fue una doctora que luego de mandarme a hacer un análisis de sangre me dijo: Felicitaciones estas embarazada, para cuándo quieres programar tu cesárea. (???) Esta mujer no me había preguntado que era lo que yo quería, ni siquiera estaba en una etapa avanzada de mi embarazo como para decidir que mi bebé no estaba apto para nacer por parto natural. Me hice la tonta y le dije que tenía que consultar con mi esposo cuál era la fecha ideal, por supuesto que salí corriendo y no planeaba regresar a su consultorio nunca más.
 Luego de esta experiencia, Diego me contó que le habían recomendado a un doctor buenísimo, que era pro parto natural y que teníamos que ir a verlo. Lo conocimos y los dos quedamos fascinados con él, con su forma de trabajar y de explicarnos las cosas. (Lo aammooo!!)


La primera cita que tuve con mi nuevo doctor (Reátegui) le pregunté si él también programaba a sus pacientes y su respuesta me llenó de tranquilidad, me dijo que los bebés tienen que nacer cuando deseen hacerlo, no cuando más les beneficie a los padres o al médico. Con esa respuesta supe que él era el médico indicado para tratarme todo mi embarazo y en quien podría confiar mi salud y la vida de mi bebé. 


Antes de estar embarazada, pensaba que el día que tuviera hijos definitivamente pediría que me hicieran una cesárea, porque no creía que fuera capaz de aguantar el dolor tan fuerte del que todas hablaban. Pero la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida... Es cierto cuando te dicen que tu forma de ver las cosas cambia cuando eres mamá, yo cambié de opinión por mi bebé. 



De por sí, saber que vas a ser mamá implica muchas dudas e inseguridades. Que si vamos a poder mantener sanos a nuestros bebés, si haremos las cosas bien, si cumpliremos nuestras expectativas, etc. Pero además se nos vienen a la mente cosas que realmente nos atormentan y nos hacen sudar frío, como lo es el momento del parto. 
En mi caso, me preguntaba todos los días si sería capaz de aguantar el dolor de dar a luz. Sólo con pensar en que ése día cada vez estaba más cerca, me daban ganas de volver a la semana 14 de embarazo dónde todo parecía tan lejano y fácil. 
Pero algo que me parecía gracioso era que cada vez que me preguntaban si quería parto natural o cesárea yo respondía segurísima de mi misma: Nooo, yo voy por natural si o si. Me muero si me cortan. 
Por qué respondía esto si yo sabía que me moría de miedo? Viéndolo ahora y pensando las cosas con la cabeza fría, creo que ésa era la manera de mentalizarme y darme fuerzas para convencerme de que ningún dolor era lo suficientemente fuerte como para no respetar el parto de mi bebé. 


El parto es un proceso natural y maravilloso, pero muchas mujeres huyen del mismo por miedo al dolor. No voy a mentirles, yo también moría de miedo, pero luego de leer los beneficios físicos y emocionales de un parto natural me convencí de que haría todo lo que estuviera a mi alcance.


Algo que me ayudó mucho fueron las clases de psicoprofilaxis que tomé a partir de la semana 30 de embarazo. Mis clases fueron en prenatal, un lugar lindo! Todas las dudas que tenía me las resolvieron en mis clases, que me parece fueron 8. Ahí te enseñan desde como respirar y prepararte para el trabajo de parto hasta como bañar a tu bebé. Es increíble todo lo que se aprende en éstas clases, súper didácticas.
Me acuerdo que ya casi al final del embarazo la espalda me dolía horrores, y pueden creer que prenatal lleva a un terapista a una clase para enseñar a los futuros papás a hacernos masajes? A mi me pareció muy completo y me ayudó a calmar los dolores del peso de mi barrigota.
No eran sólo las cosas que te enseñaban en éste lugar, sino la manera en cómo lo hacían. Para mí no eran clases, yo sentía que una amiga me estaba explicando lo que me iba a pasar... no una matrona ni una doctora.

:)


Mi fecha probable de parto era el 25 de Diciembre, (Si, yo ya me veía dando a luz en plena cena navideña) pero dije: "Bueno, Matias saldrá cuando quiera". 
 El 10 de Diciembre dejé de trabajar y estaba demasiado ansiosa, me la pasaba caminando y haciendo sentadillas para que el gordo se apurara, pero nada... El 16 de Diciembre tuve contracciones seguidas, pero de no menos de 5 minutos de diferencia, ni tampoco eran regulares. Eran cada 15, cada 10, cada 5, cada 15 otra vez.. y luego desaparecían.


Lo que a mi me preocupaba a mis 39 semanas de embarazo y me llenaba de angustia era pensar que de repente Diego iba a estar volando y no iba a estar conmigo el día que Matias naciera, por éste motivo fuimos donde mi doctor a preguntarle si había alguna manera de inducirme el parto. Mi doctor ya sabía en la situación en la que estábamos (los viajes de Diego) pero él no medica a sus pacientes para inducir el trabajo de parto, lo único que podía hacer era realizar la maniobra de Hamilton, que consiste en despegar del útero el polo inferior de la bolsa amniótica... me explicó que no siempre resulta y que sólo tenía un 30% de probabilidades de desencadenar las contracciones.
Finalmente, decidimos realizarla. 


Como a las 5 de la tarde del 19 de Diciembre empecé con contracciones. A las 10 de la noche llegué a la clínica con todas mis petacas y con contracciones cada 3 minutos y saben cuanto había dilatado? 1 CM!! UNOOOOOOO!! En ése momento me di cuenta que tenía tooooda la noche para sufrir. Al principio no quería que me pongan la epidural, porque según yo no la iba a necesitar... y bueno... Terminé rogando para que se apuraran y me la pusieran.
 Pero todo el dolor valió la pena, podría volver a hacerlo una y otra vez, con tal de tener a mi pedacito de cielo conmigo.


A las 6:50 am del 20 de Diciembre conocí el significado del amor verdadero. Cuando vi a mi hijito sano y en mis brazos, me di cuenta que había vivido toda mi vida con las manos vacías. 
Cuando me lo dieron y tenía segundos de vida fuera de mi barriga, además de sentir un amor inexplicable, me sentí totalmente poderosa, fuerte y orgullosa de mí misma. Era la primera vez que creí en la sabiduría de la naturaleza, en mi cuerpo y en todo lo que aprendí y cómo me prepare para éste momento tan hermoso. 
Hasta el día de hoy se me llenan los ojos de lágrimas sólo con pensar en eso y tengo que confesar que a veces cuando Matias duerme pongo la filmación del día en que nació y no me canso de revivir tantos sentimientos lindos, y que por supuesto, Mati complementa todos los minutos de nuestras vidas.





Es fundamental que en todo éste proceso las mamás estemos cómodas, y si algo no es como lo esperamos, busquemos más opciones hasta que realmente se cumplan nuestras expectativas. Traer al mundo a un bebé no es fácil. No sólo se necesita de fuerza física sino también emocional, y creo que por algo el embarazo dura 9 meses, (además del crecimiento de nuestros bebés) es el tiempo perfecto para prepararnos emocionalmente para su llegada y estar listas para dar lo mejor de nosotras como seres humanos, como mujeres y como madres. 


Sea cuál sea la forma en que decidan traer al mundo a sus hijos, busquen siempre lo mejor para ellos. Prepárense adecuadamente para esta experiencia tan linda y espérenlos con mucho amor. Para ellos somos lo más importante, no necesitan a nadie más que a mamá y para eso estamos nosotras. 





Majo y Mati













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